Mientras en la Argentina se recalentó el reclamo de los productores, con apoyo de diversos sectores políticos, para que el Gobierno baje las retenciones, y el presidente empezó a cumplir con su promesa electoral este jueves, con la reducción anunciada por el ministro de Economía, Luis Caputo, el mundo y el mercado de granos en particular, examina las señales de Donald Trump.
Desregulaciones, exportaciones, baja del gasto, energía como prioridad, marcha atrás en la agenda verde y la agenda LGTBI. Las promesas del discurso inaugural de Trump parecían calcadas a las de Javier Milei… Incluso, el supuesto acuerdo de libre comercio en danza habilitaba expectativas a los productores de La Pampa Húmeda, respecto del comercio futuro con la principal potencia global.
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Ese era el rumbo hasta que Trump llegó al comercio. “Vamos a poner aranceles e impuestos a los otros países para enriquecer a los ciudadanos americanos, no al revés como pasa hoy...y revisar nuestro sistema de comercio”. Un auténtico baldazo de agua fría sobre las ilusiones de la economía argentina, especialmente el agro. ¿Qué esquema de comercio abierto y dólares crocantes para Argentina es viable con una filosofía de este tipo?.
Hasta octubre de 2024, según el INDEC, Argentina exportó US$ 7000 millones a EE.UU., de los cuales un 40% eran manufacturas de agro y un 16% productos primarios. Si el EE.UU. de Trump piensa aplicar nociones proteccionistas, es difícil imaginar que esa filosofía no afecte a los productores argentinos detrás de ese comercio. Y la agroindustria, con ese 56% del total, cargaría con el mayor impacto.
Que Trump tenga un ADN proteccionista no sorprende a nadie. Ya en su presidencia anterior tuvo declamaciones en defensa de las industrias pesadas tradicionales, y bajo su administración se revalidó la Ley Agrícola, que prevé una batería de medidas en favor de los farmers. No es una política nueva. Las tradicionales Farm Bill datan de la época de Roosevelt. Trump simplemente mantuvo una política de larga data. Pero algunos pensaban que el Trump de 2024, en alianza con Milei recargada vía Elon Musk, iba a volver en una versión más “libertaria”, anti protección industrial y pro comercio abierto, como su par argentino. El discurso de la inauguración echa por tierra, de momento, esas ilusiones.
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Daría la sensación que el límite del libertarianismo de Trump está en los habitantes del cinturón agrícola, uno de sus núcleos duros de votantes, y Trump aún no está dispuesto a dar la espalda a este segmento, que algunos denominan rednecks (“cuellos rojos”, por el efecto del sol sobre las nucas de los hombres bancos que trabajan a cielo abierto).
La Ley Agrícola de Trump de 2018, muy generosa en la provisión de fondos y ayuda al agro, ya tuvo dos prórrogas en la administración Biden. Prevé una ayuda base de US$10000 millones al sector, un 40% más del total equivalente de las exportaciones argentinas a EE.UU. de enero a octubre.
Con la Ley Agrícola prorrogada por Biden, la tradicional política de protección al agro y el discurso del lunes, el panorama no es muy prometedor para los chacareros argentinos, que deberían seguir compitiendo contra colegas a los que no solo no les cobran retenciones sino que les pagan suculentos billetes para que sigan en la actividad.
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Con todo, una pequeña luz de esperanza se abre a partir de las expresiones del otro gran amigo de Milei, el magnate dueño de X, Tesla y SpaceX.
Comisionado por Trump en la tarea de hacer la “gran Sturzenegger” en el territorio americano, con un recorte masivo de gastos, a fin de año Musk deslizó que no estaba del todo de acuerdo con la asignación de recursos a los farmers. Trump habría aprobado estas expresiones. Después de todo, ambos son hijos de la meritocracia empresaria que tanto alaba el recién asumido presidente. Quizás en la mente de ambos ya esté danzando la idea de dejar de mimar a los agricultores y empezar a pensar otra manera.
Si eso fuera cierto, Musk se convirtiría en el aliado impensado, pero necesario, de los productores argentinos. Y quizás estos tengan que pasar de las eternas reuniones en Economía para intentar bajar las retenciones a intentar convencer a Sturzenegger, nuevo influencer del FMI y EE.UU., o al propio Musk, de las ventajas de liberar completamente el comercio agrícola de las protecciones. Paradojas de la era Milei, donde hasta la propia mesa de enlace deba mirar al mundo para cambiar la realidad local.