El clima en Argentina se presenta cada vez más impredecible, con variaciones abruptas que afectan a la agricultura.
Durante un reciente conversatorio organizado por la Guía Estratégica del Agro (GEA) de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), el ingeniero agrónomo Cristian Russo y el consultor Alfredo Elorriaga analizaron la situación climática del país y sus implicancias para la campaña agropecuaria.
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Según las últimas proyecciones, la probabilidad de que se mantenga el fenómeno de “Niña” disminuyó considerablemente.
“La probabilidad de ‘Niña’ para diciembre ha bajado del 71% al 57%. Más que una ‘Niña’ moderada, estaríamos hablando de una neutralidad fría”, explicó Elorriaga, lo que genera un panorama alentador para los cultivos de la campaña gruesa.
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Sin embargo, las buenas noticias vienen acompañadas de un aumento en la probabilidad de fenómenos de tiempo extremo.
Las tormentas están mostrando una violencia inusitada
El consultor destacó que, aunque la amenaza de la sequía parece alejarse, la violencia de las tormentas creció.
“El sistema atmosférico está muy perturbado”, indicó Elorriaga y se refirió al calentamiento de los océanos, que está generando una mayor energía disponible en la atmósfera.
Esto provocó tormentas con una intensidad inusitada, como las registradas en el mes de noviembre, cuando varias regiones del país, incluyendo Buenos Aires, Entre Ríos y Corrientes, superaron los 200 milímetros de lluvia en pocas horas.
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La violencia de los vientos también fue notable, como en el caso de Sunchales, donde se registraron 188 mm, causando destrozos en la infraestructura local.
A pesar de las lluvias por encima de la media en noviembre, Elorriaga señaló que diciembre comenzó de manera similar, pero con una advertencia para la región núcleo, donde las lluvias fueron escasas.
“En General Villegas se registraron 95 mm, pero en el entorno de Rosario no hubo lluvias significativas. La falta de agua en la región podría afectar la siembra de soja de segunda y el maíz temprano”, alertó.
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Además, las previsiones para las próximas semanas no son prometedoras, ya que en algunas áreas cercanas se observaron variaciones drásticas en la cantidad de lluvia caída, con diferencias de hasta 85 mm entre campos cercanos.
Elorriaga subrayó que la dinámica atmosférica de los últimos meses aumentó la incertidumbre para los productores agropecuarios.
“Con una mayor energía disponible en la atmósfera, todo puede pasar”, enfatizó. Y remarcó que el sector agropecuario deberá estar preparado para enfrentar estos fenómenos impredecibles en la campaña 2024-2025.
Cambios significativos en los patrones climáticos
Según Elorriaga, cambió el comportamiento de los vientos alisios, que normalmente soplan de este a oeste.
“Cuando son muy fuertes, arrastran agua hacia Australia y dejan al descubierto agua más fría”, explicó.
Sin embargo, este año los vientos disminuyeron su intensidad, lo que permitió un mayor calentamiento de la superficie del océano, alterando las expectativas climáticas para la región.
Este fenómeno se reflejó en las temperaturas del océano, especialmente en la zona “Niño 3.4″, lo que generó alertas en las costas de Perú por lluvias y vientos intensos.
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Elorriaga destacó que estos cambios rápidos y repentinos generan incertidumbre, especialmente porque el fenómeno de ENSO (El Niño-Oscilación Sur) suele ser un indicador robusto a largo plazo.
“La variabilidad a corto plazo y la mayor energía disponible hacen que los modelos climáticos sean menos predecibles”, señaló.
Este escenario, que comenzó con proyecciones de una de las “Niñas” más intensas desde el año 2000, ahora muestra signos de debilidad.
“Hoy hay buenas razones para pensar que más que una ‘Niña’ moderada, será una neutralidad fría”, agregó Elorriaga, sugiriendo que las proyecciones de corto y largo plazo deben ser seguidas de cerca.
El impacto del cambio climático
A pesar de la incertidumbre climática global, Elorriaga reconoció que el debilitamiento de la “Niña” es una buena noticia para la agricultura argentina.
“Este debilitamiento en la duración e intensidad de la ‘Niña’ es una buena noticia para el sector rural y para Argentina”, afirmó.
No obstante, advirtió que los efectos secundarios de estos cambios climáticos podrían traer consecuencias indeseadas.
“Es ingenuo pensar que no existen efectos de acción y reacción”, dijo, señalando que, por ejemplo, en China, las altas temperaturas están afectando la producción de papas, obligando a modificar los métodos de cultivo.
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En cuanto al futuro de la agricultura, Elorriaga advirtió que el aumento de la frecuencia de fenómenos extremos será un desafío para los productores.
“Probablemente vamos a tener mayor frecuencia de fenómenos disruptivos o eventos de tiempo extremo”, alertó.
Las temperaturas más altas en la superficie de los océanos, como en el Pacífico o el Atlántico, podrían generar tormentas más violentas, agregando más incertidumbre al panorama agrícola global, concluyó.