“¿Cómo le podemos hacer la vida más fácil al usuario de las tolvas?”, se pregunta todos los días Guido y su inquietud no es casual. El joven tiene 25 años, vive en la ciudad bonaerense de Colón y, junto a sus tres hermanos y su papá, se enfrenta con el desafío de mantener vigente el legado de su abuelo, que revolucionó el campo a nivel nacional e internacional.
La historia familiar de Guido empezó en la Argentina con la llegada de su bisabuelo desde Italia. En 1927, el inmigrante nacido en Treviso, era herrero y se dedicaba principalmente a la construcción de puertas, ventanas y balcones.
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Con el desarrollo de la industria agrícola empezaron a fabricar e instalar tanques para el transporte de cereal, sin imaginar que se acercaban a inventar un implemento que lo cambiaría todo. Nino, su abuelo, en 1980 logra modificar para siempre “el sistema de cosecha con un nuevo equipo al que denominó Acoplado Tolva Auto-descargable”.
“Nací en el centro de una familia que vive y respira tolva”
“En las máquinas está nuestro apellido, por eso cuidamos tanto todo. Es un orgullo enorme, pero también implica una presión muy grande. Nací en el centro de una familia que vive y respira tolva”, explicó Guido Cestari en diálogo con TN.
Si bien reconoció que tanto él como sus hermanos tuvieron la posibilidad de estudiar lo que les gustaba, todos se terminaron sumando con el tiempo en distintas áreas de la compañía. “Yo estudié diseño industrial, pero me dí cuenta que mi perfil es más comercial, que me encanta socializar. Esto se convirtió en nuestra pasión, no nos forzaron y cuando cada uno lo sintió los cuatro elegimos este camino”, dijo.
“No la llaman tolva sino que el sustantivo es el apellido”
Aunque hace más de 40 años que existen las tolvas y 29 desde que el padre de Guido logró la primera exportación de esta herramienta, el joven considera que como cuarta generación el desafío que enfrentan “es pensar un diferencial, hacia dónde ir”.
“Mi papá la llevó a todos los rincones del país, después al Mercosur y luego se abrió el mercado en el mundo. A veces estoy en lugares donde jamás imaginé, como a 20 kilómetros de Ucrania o en algún punto de África”, detalló Guido a TN.
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A pesar de que el joven “normaliza un montón de cosas” propias del trabajo diario, reconoce que “todo lo que se hizo se magnifica y dimensiona a medida que pasa el tiempo, y se llega a más mercados”. “Le das más valor a los que estuvieron, a la visión de mi abuelo. En algunos países no llaman a la máquina como tolva sino que el sustantivo es el apellido”, reflexionó.