Apicultor y peluquero. A priori, parecen 2 oficios que no tienen relación. Sin embargo, se entrelazan en la vida de Fernando Orive, un bolivarense de 53 años que hace más de 2 décadas realiza ambas actividades de manera diaria.
En diálogo con TN, Orive cuenta que la pasión por la apicultura comenzó “desde muy chico”, ya que su padre tenía colmenas.
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“Antes de cumplir los 20 años, comencé a estar metido entre las abejas para ayudar a mi viejo, y desde los 30 tengo mis propias colmenas. Empecé con 70 y hoy tengo casi 700″, explica.
En tanto, su otro oficio lo descubrió a partir del consejo de un tío suyo, Antonio. “Él me decía que tenía que dedicarme a la peluquería, porque la gente nunca iba a dejarse de cortar el pelo”, afirma.
Fue así que empezó colaborando en una peluquería de Bolívar, y más tarde hizo cursos en la Ciudad de Buenos Aires para perfeccionarse. “Mi primer local lo abrí a los 23 años, pero empecé laburando a domicilio. Incluso, me iba en una motito a Ibarra (localidad del partido de Bolívar), donde vivían 40 personas. Estaba un par de días ahí cortando el pelo, me quedaba en la casa de una familia amiga”.
Su local abre de martes a sábados. Pero eso no le impide también dedicarse a las colmenas, pese a que en algunas etapas del año, sobre todo en el verano cuando se realiza la cosecha, requieren de una atención diaria.
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“Mis amigos me preguntan cómo hago para hacer ambas cosas. Porque, en las épocas más complicadas, a la mañana atiendo la pelu, cierro al mediodía para irme al campo para trabajar con las colmenas hasta alrededor de las 16 horas, después me pego una ducha y vuelvo a abrir la peluquería hasta las 21:30. Esto lo vengo haciendo desde los 30 años”, señala.
El rol de apicultor, sumado a que en su juventud jugó al fútbol en equipos de campo, le permitió atraer varios clientes relacionados con el sector agropecuario a su peluquería. “Las 2 cosas van de la mano en cuanto a las relaciones que uno construye, se complementan muy bien”, destaca.
Amor por las abejas
Orive asegura que tiene “amor” por las abejas. Tal es la confianza que les tiene a “los bichitos”, que suele recorrer las colmenas sin la escafandra.
“Un chico, que a veces me ayuda, les tenía terror a que lo piquen. Pero yo le decía que las abejas, mientras están trabajando, no atacan. Entonces un día, cuando llegamos al lote, me saqué la ropa, me senté arriba de la colmena y no me picó ninguna. Estoy un poco loco”, relata entre risas.
Orive enviudó en noviembre del 2020 y tiene 3 hijos: de 27, 24 y 22 años de edad. “El mayor y el más chico son programadores, aunque en el verano me ayudan. Pero el del medio, que trabaja en el control lechero de los campos, es el que trabaja conmigo y queremos seguir creciendo para que él también pueda vivir de la apicultura”.
Para ser un buen apicultor, Orive afirma que se debe lograr una correcta sinergia entre la práctica y la teoría. “Lo práctico, te ayuda a aprender de los errores que cometés, eso te da una enseñanza diaria. Mientras que también sirve interiorizarse con libros y tutoriales sobre el tema”.
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En ese sentido, asevera que la actividad se basa en 3 conceptos fundamentales, que son “higiene en la colmena”, “reina nueva” y “comida”.
“Con esos pilares es imposible fallar. La apicultura es el arte de reproducir abejas para la mielada, tan simple como eso. Mientras más abejas tengas, mayor será la producción, siempre y cuando acompañen las condiciones climáticas”, comenta.
Al respecto, se refirió a cuál es el escenario ideal para obtener mejores resultados. “Si en la primavera llueve bien, que la colmena quedó bien nutrida de polen y las abejas se reprodujeron de manera adecuada, te diría que es preferible que no llueva en la primera quincena de enero. Porque es mejor para el néctar de las plantas. En cambio, cuando hay muchas precipitaciones, se lavan demasiado las flores. Por eso, en sequía, aunque tampoco extrema, nos ha ido bien”.
En ese sentido, resalta que normalmente extrae entre 30 y 40 kilos anuales por colmena. “En años muy buenos, se llega a entre 45 y 50. La última fue dentro de lo normal, saqué aproximadamente 35 kilos”.
Sobre su modalidad de trabajo, detalla que tiene las colmenas distribuidas en 18 lotes de diferentes establecimientos del partido de Bolívar, que son propiedad de productores agropecuarios que le ceden el espacio para desarrollar su tarea.
En ese sentido, describe que se encuentran distribuidos de una manera que le faciliten la logística y reducir los costos. “La idea es que los campos me queden uno cerca del otro. Cuando voy hacia el norte, tengo 3 lotes, si voy hacia el sur, otros 2, y así”.
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Orive resalta que la apicultura, en complemento con su peluquería, le permitió progresar económicamente. Pero aclara que las cotizaciones suelen ser poco transparentes.
“Tristemente, el negocio de la miel en la Argentina es manejado por 4 o 5 exportadores, y a veces estamos supeditados a su visión. Aunque el valor del producto, que se comercializa en tambores de 300 kilos, se fija también de acuerdo a la oferta y demanda mundial. Se exporta mucho a Europa, EE.UU., Japón y algunos países árabes. En el mercado interno, se consume un poco más que antes”, apunta.
Al respecto, comenta que “está por el piso” la cotización de la miel. “Los mercados cambian permanentemente y no tenemos un precio estable. Producirla cuesta muchísimo. Se necesita de una infraestructura enorme, sobre todo en el caso de un productor grande”, asevera.
Por otro lado, Orive asegura que la actividad suele ser afectada por el uso intensivo de fitosanitarios. “Es un tema complejo, que afecta bastante, porque cuando pulverizan suelen matarse algunas colmenas o dejan trazos de agroquímicos en agua de lluvia o miel”.
Orive cuenta que, junto a otros apicultores, compraron un terreno en el Parque Industrial de Bolívar, que subdividieron en un lote para cada uno y lo usarán para la extracción de miel. Allí, además planea montar una huerta, con plantaciones de palta y almendros.
“En mis últimos años, me gustaría tener una vida más tranquila. Aunque me voy a seguir dedicando de lleno a la apicultura. Me va a ayudar mi hijo, así que yo aportaré la experiencia y él la juventud”, concluye.