Los vehículos conocidos como “mini trucks” fueron exceptuados de la obligatoriedad de contar con control de estabilidad, un sistema electrónico de seguridad activa que debe incluirse de serie sí o sí en todos los autos livianos 0 km a partir del 1º de enero de este año.
El Gobierno de la Nación tomó la decisión luego de recibir un pedido expreso de la Cámara de Importadores y Distribuidores Oficiales de Automotores (Cidoa) y de las empresas Ralitor, Corven y Minarelli; es decir, aquellas que venden este tipo de vehículos en el mercado argentino.
“Argumentan su pedido en la imposibilidad de cumplimiento del plazo establecido en la normativa, ajeno a la voluntad de las empresas y marcas involucradas, basado en que sus proveedores no han logrado desarrollar aún el dispositivo para estos vehículos utilitarios, además de que tampoco hay empresas nacionales capaces de proveer el dispositivo a corto plazo”, explicaron las autoridades.
Los vendedores, por su parte, plantearon que de no otorgarse la prórroga se originaria un desabastecimiento del mercado, ya que no existen vehículos sustitutos con las características mencionadas, lo que consecuentemente implica un gran perjuicio a los usuarios y sus fuentes de trabajo.
A través de la Resolución Conjunta 1/2022 de la Agencia Nacional de Seguridad Vial y la Secretaría de Industria, publicada hace algunas horas en el Boletín Oficial, se exceptúa a los vehículos con estructura chasis-cabina y una cilindrada igual o menor a 1.500 centímetros cúbicos, con potencia máxima de 120 caballos y que puedan alcanzar una velocidad máxima de 120 kilómetros por hora.
La medida regirá hasta el 31 de diciembre de 2022 inclusive. Esto hace suponer que, a partir del 1º de enero de 2023, los mini trucks se sumarán al resto de los vehículos urbanos e incorporarán de serie este equipamiento tan importante para la seguridad de las personas.
¿Qué es el control de estabilidad?
El control de estabilidad es el dispositivo de seguridad vial más importante que existe en el mercado en la actualidad. Su finalidad es evitar la pérdida de trayectoria del vehículo, para lo que utiliza sensores. Si establece que la trayectoria no es la señalada por el volante, actúa para frenar la rueda indicada y cortar la potencia del motor.
La efectividad del ESP es especialmente patente en casos de maniobras bruscas sobre suelo húmedo, por ejemplo para esquivar un animal que cruza el camino u otro vehículo. En esa situación es capaz de, en milésimas de segundo, impedir que el auto comience a hacer trompos.
El control de estabilidad combina las funciones del ABS (sistema de frenos antibloqueo) y del control de tracción, para de esa forma frenar la rueda indicada según la situación. Los sensores son tan rápidos que comparan el ángulo del volante con la trayectoria real del auto (para ver si coinciden) 25 veces por segundo.
Esta tecnología lleva más de un cuarto de siglo salvando vidas. Según cálculos de Bosch, empresa que lo desarrolló junto con Mercedes-Benz, solo en Europa este dispositivo evitó 500 mil accidentes con personas heridas y salvó 15 mil vidas. Además, el 82% de todos los autos y utilitarios nuevos del mundo lo incluyen como equipamiento de seguridad (en 2017 eran el 64%).