Hasta quienes jamás han pisado un campo relacionan a la marca John Deere con los tractores. Sin embargo, la historia de la empresa tiene una particularidad que pocos conocen: quiso anticiparse a Lamborghini en la fabricación de autos deportivos de lujo, pero fracasó en el intento.
La clásica marca de tractores pretendió ingresar en el mercado de los autos en el comienzo del siglo XX. En 1906 se presentó en los Estados Unidos el coche Deere, que era un vehículo de cuatro plazas y de aspecto muy deportivo. No tenía puertas laterales y los respaldos eran bastante bajos.
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Todo había sido idea de Charles Deere, hijo del legendario John, que pasó a la historia por sus invenciones para los campesinos. Primero fue el arado de acero, una verdadera revolución, y luego el tractor. En su afán por dar un giro a los negocios, años después de la muerte de su padre, Charles trató de incursionar en el negocio de los autos, pero todo terminó muy mal…
El accidente que llevó al fracaso a John Deere
Un influyente periodista y político de Chicago, Elton Lauer, tenía uno de los pocos Deere que se habían fabricado. Como plan familiar para un domingo, decidió salir a dar un paseo con su esposa y su pequeña hija en el flamante vehículo. La niña insistió para sentarse adelante y le concedieron permiso, así que la mujer se sentó atrás.
Las rutas, en 1908, eran un camino mejorado, de grava y tierra, por lo que el auto daba algunos saltos y serpenteaba. No había amortiguadores de retroceso ni suspensiones que ayudaran. En determinado momento, luego de una curva muy cerrada, la niña alertó al conductor que había un problema: su mamá no estaba en el asiento.
En uno de los saltos, la pasajera salió despedida del auto (recordar que no tenía puertas laterales) y había quedado sentada en el piso clamando ayuda. Furioso por la situación, Lauer presentó su reclamo y Deere decidió discontinuar la producción del vehículo. Hasta ese momento se habían fabricado unos 200.
No obstante, la empresa siguió con su rumbo tradicional y actualmente es una corporación que fabrica maquinaria agrícola, equipo pesado, motores diesel, transmisiones, maquinaria forestal y equipos para el cuidado del césped.
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Curiosamente, varias décadas después la historia se repitió, pero esta vez con un final diferente. Ferruccio Lamborghini, un fabricante de maquinaria agrícola italiano, amaba los autos deportivos y aprovechaba sus ganancias millonarias para darse el gusto de subirse a lujosos vehículos de Ferrari, Alfa Romero, Mercedes Benz, Maserati, Lancia…
Este próspero fabricante de tractores tenía problemas con los autos de Ferrari. Siempre le surgían inconvenientes mecánicos. Hasta que un día, harto de renegar con el embrague de un 250 GTB le pidió a un mecánico de su empresa que lo revisara.
Ahí descubrió que el embrague era el mismo que utilizaba para sus tractores, adaptado al auto. Inmediatamente llamó a Enzo Ferrari y le dijo que sus autos eran “pura basura”, a lo que el empresario le respondió sin anestesia: “Usted es un fabricante de tractores, no puede entender a mis coches”.
Era 1963 y esa conversación fue un momento bisagra en la historia de Lamborghini, que en cuanto colgó el teléfono se puso a idear un plan para competirle a la marca del Cavallino Rampante. Meses después ya estaba fabricando autos deportivos y, a diferencia de Deere, dio el salto con un éxito resonante.
El primer Lamborghini fue el 350 GT y luego llegaron el 400 GT y el Miura (conocido como el primer “superdeportivo”). Más tarde se conocieron las variantes SV, J y la XQ de carreras.
