Federico Seeber

La pandemia parece haber acelerado un deterioro que no es nuevo y sobre el que ya venía advirtiéndose desde hace años.

La edificación es la más lujosa de Villa La Angostura. Además, su valor histórico es inigualable. Es la obra del arquitecto Alejandro Bustillo mejor conservada. Fue construida en 1943 para el conde Nicolás Di Sangro y cambió de propietarios hasta que la compró la familia Winegardner en 1985. El predio tiene 214 hectáreas y tiene 10 suites, una capacidad para 24 personas. La estadía vale US$3.500 por noche y el mínimo para alquilar son siete días. El precio incluye un chef y la asistencia de un mayordomo.

Un paraíso de 450 metros cuadrados con tres suites, un dormitorio para chicos y una habitación en el entrepiso. La casa se encuentra en Bariloche-todas las habitaciones tienen vista al lago- y está a 16 kilómetros de la ciudad. El alquiler vale US$700 por día.

Agustín se enteró que por año se talaban 20 millones de árboles para crear estos productos y no dudó en poner manos a la obra y reformular la manera de hacerlos. Invirtió $50.000 para comprar la primera máquina y armó su “búnker” en Boulogne.

Vivió una infancia de carencias en Chaco y nunca olvidó sus raíces de esfuerzo y sacrificio. En pocos años, entregó 80 minimansiones. Con clientes como Matilda Salazar y Mirko logró una enorme muestra publicitaria para su proyecto.

Cansada de la oficina y empujada por el nacimiento de su hijo, Verónica Dychter siguió sus sueños y ahora vende delantales premium que ya abrió puertas en el mercado internacional. “Quería emprender e ir más allá”, cuenta.

Luis empezó a hacer su primera casa rodante como hobby, mientras su taller mecánico apenas sobrevivía. Ailín lo ayudaba, se filmó desarmando un micro de línea y alcanzó 30 millones de visualizaciones. Hoy tienen un galpón gigante y fabrican seis de estos vehículos.

Alquilaban cafeteras a negocios. En 2001, el negocio familiar casi se funde porque traían los insumos del exterior, pero la crisis fue el motor que impulsó a Diego Alonso a llevar a cabo un invento que se convirtió en una gran empresa.

Tras la separación de sus padres, Silvina Riveros decidió retomar un hobby que tenía abandonado e inspirarse en los platos de su abuela. Mezcló la pastelería francesa con el dulce de leche y creó un postre que conquistó a la embajadora de Francia.

Juan Luis Basombrío tuvo una idea que le cambió la vida y montó un negocio que hoy es un éxito.

En Villa La Angostura, hace estas delicias de pistacho, nuez y maní. Mientras él se dedica a la cocina, su mujer le diseña las etiquetas de los envases. Empezó con una inversión de $2000 y hoy su negocio no para de crecer.